miércoles, 15 de octubre de 2014

Los principales métodos filosóficos

LOS MÉTODOS FILOSÓFICOS.

Los métodos filosóficos más utilizados en Filosofía son, brevemente, los siguientes:

a)     Mayéutica: propuesto por Sócrates en el s. IV a. C. Consiste en hacer caer en cuenta al interlocutor de su ignorancia a través de preguntas, para una vez aceptado el error el mismo interlocutor descubra la verdad.
Sócrates el maestro de Platón práctica un método de construcción de conceptos que compara con el trabajo que desarrollan las parteras: así como ellas ayudan a parir un nuevo ser, Sócrates ayuda a parir ideas, a concretar el trabajo de concepción de ideas con el alumbramiento de conocimiento, cuya meta es la verdad fundada en la razón. A esta habilidad le llama mayéutica que en griego significa “partera”; se puede traducir al lenguaje filosófico como el arte de alumbrar conciencias. Dos momentos son básicos en este método:
1.     La ironía: la cual presenta una serie de preguntas al interlocutor para confundirlo, hacerlo caer en la contradicción y hacerlo reconocer su ignorancia.
2.     Después de aceptada su ignorancia, el locutor hace descubrir al interlocutor las verdades que llevan en sí las respuestas, para invitarlo a pensar racionalmente y que genere los conceptos universales propios del saber.
En síntesis, la mayéutica socrática consiste en saber interrogar y a cada respuesta contraponerle una nueva pregunta, hasta encontrar una respuesta verdadera que haya superado e integrado la verdad parcial de todas las anteriores.
La frase “sólo sé que nada sé” únicamente tiene sentido en este contexto. Sócrates se presenta como ignorante con respecto al tema de reflexión, porque su función no es la de hallar él mismo la verdad sino la de contribuir a que el otro la encuentre por sus propios méritos. (León Santader, 2009)


b)    Cartesiano: propuesto por René Descartes en el s. XVII. Tiene como base la duda metódica y su finalidad es dudar de libros, maestros, sentidos y hasta de la duda misma hasta que no haya más lugar a la duda y así conocer el fundamento de la realidad.
René Descartes propone este método cuyo fundamento reside en la duda. Para él, la duda en un momento necesario en el camino para alcanzar la verdad: es metódica y constructiva porque implica, como punto de arranque, poner en entredicho la autoridad de los libros, los maestros y las tradiciones, hasta superar la duda misma. No se trata de dudar de todas las ideas, sino de cuestionar sus fundamentos. Sólo se puede llegar a la verdad cuando la duda ya no tenga lugar.
Como primer paso, Descartes propone dudar de los sentidos porque engañan alguna vez y nada nos garantiza que no nos engañen siempre. De igual modo se debe de dudar de la existencia de las cosas, pues igual se presentan en los sueños como en la vigilia. La dificultad para distinguir el sueño de la vigilia lleva a la posibilidad de dudar siempre de su existencia. No obstante, hay verdades que prevalecen, según Descartes: las matemáticas. Afirma en el Discurso del Método: “Duerma yo o esté despierto, dos más tres serán siempre cinco, y el cuadrado no tendrá más que cuatro lados”.
Sin embargo, Descartes somete a la duda también a las matemáticas y llega al extremo de dudar de la propia duda y es en este momento, según él, cuando encuentra un principio que resiste a la duda: si dudo que dudo, es indudable que sigo dudando. Ante el hecho de dudar, aunque me esté engañando, siempre podré tener la certeza de que estoy dudando. Dudar implica pensar y pensar implica existir. Por lo tanto, en Descartes, tenemos aquí la primera verdad: “Pienso, luego existo”, a partir de lo cual, según él; se puede construir conocimiento bien fundado. (León S, 2009)


c)     Crítico: propuesto por Kant en el s. XVIII. Tiene como origen un proceso mental donde la razón se vuelve sobre sí misma para conocer los límites de su alcance. Una vez hecho este proceso, se llega al fundamento de la realidad que Kant llama imperativos categóricos.
El filósofo alemán Immanuel Kant (1724-1804) entiende la crítica como el proceso por el cual la razón se vuelve sobre sí misma para conocer sus propios límites y las condiciones en que funda su propia validez. En un primer momento Kant somete a crítica a la metafísica como una esfera de problemas que rebasa los límites de la razón humana. Enseguida, define la filosofía como una reflexión sobre las condiciones de posibilidad de conocimiento y del hacer humano, con el fin de determinar la validez epistemológica del primero y de la acción moral del segundo.
Además, en su Crítica de la razón pura (1871) Kant examina la posibilidad de establecer juicios o enunciados sintéticos, o sea, que añaden información o conocimiento, a diferencias de los enunciados analíticos, que no transmiten conocimiento alguno. También clasifica los juicios en:
A priori: son enunciados cuya verificación es independiente se la experiencia.
A posteriori: son enunciados que se originan a partir de la experiencia.
Los juicios propios de la ciencia son, según Kant, los sintéticos a priori, pues son racionales o lógicos (no dependen de los sentidos) y añaden nueva información en torno al sujeto.


d)    Fenomenológico: propuesto por Husserl en el s. XIX. Tiene como principio la Epojé que implica poner en paréntesis o dejar en suspenso nuestras certezas sobre la realidad, hasta refundamentarlas cuando el investigador ya no tenga dudas. Este método es altamente utilizado en la investigación filosófica actual.
El filósofo alemán Edmund Husserl (1859-1938) toma como punto de partida la duda metódica. La duda revela al propio yo que duda. Este yo no es el yo psicológico sino un yo trascendental o puro. El yo psicológico corresponde al yo individual que se hace preguntas por asuntos personales; el yo trascendental es el yo del cual todos los individuos participamos, es el yo que piensa, indaga e investiga. El yo psicológico es singular, pertenece a un único individuo; el yo trascendental es el yo pienso que está presente en todo ser humano posible.
La fenomenología de Husserl abstrae la cuestión de la existencia del objeto conocido y describe minuciosamente sus rasgos esenciales, y las condiciones en que éste aparece a la consciencia. En otras palabras, permite extraer las características esenciales de todas nuestras experiencias y la esencia de lo que experimentamos.
Esta fenomenología se opone a la crítica de Kant, que se enfoca en el contenido trascendental que la experiencia no muestra.
Husserl analiza la estructura de los actos mentales o psicológicos y cómo éstos están dirigidos hacia los objetos reales e irreales. Precisamente la principal característica de la conciencia (conocimiento) es que siempre es intencional.
El conocimiento de las esencias sólo es posible obviando todas presunciones sobre la existencia de un mundo exterior y los aspectos de cómo el objeto es dado a nosotros.
Así, el primer paso para encontrar el fundamento de la realidad definida como fenómeno, implica poner entre paréntesis o dejar en suspenso todas nuestras certezas sobre la realidad, hasta refundarlas cuando el investigador ya no tiene dudas. Esta operación metódica de evitar juicios previos se denomina epojé fenomenológica.
Mediante la epojé se descubre el yo como condición de posibilidad de la certeza y de la verdad. Toda realidad es realidad porque existe para el yo como fundamento, para el yo que la piensa. Es decir, la realidad es fenómeno porque aparece fundada en el yo puro, el yo que piensa. Sin un yo pensante no hay fenómeno. Sólo hay fenómeno porque hay conciencia.


e)     Dialéctico: propuesto por Hegel en el s. XIX. Es el camino que sigue el pensamiento para comprender y mostrar a través de los conceptos el movimiento que realiza la historia de la humanidad. Es la capacidad de llevar en dinámica los conceptos al orden de una síntesis.
Platón concibe la dialéctica como un método según el cual debe constituirse el conocimiento correcto. En sus Diálogos presenta a Sócrates como el filósofo dialéctico que a través de la mayéutica ayuda a sus discípulos a pensar correctamente.
Para Aristóteles, la dialéctica en un saber previo y más fundamental que la ciencia. Ésta parte de principios y no siempre justifica ni demuestra. La dialéctica muestra la verdad de esos principios operando por reducción al absurdo; o sea, si en torno de un tema se hacen afirmaciones y al mismo tiempo se niega su sentido, la dialéctica muestra dicha contradicción. Hace valer el principio lógico de la no-contradicción: no se puede afirmar y negar a la vez en el mismo sentido. Así, la ciencia avanza con base en los principios lógicos –los otros son el de identidad y el de tercero excluso- que la dialéctica introduce en su discurso.
Para el filósofo alemán Georg Wilhem Friedrich Hegel, el método dialéctico es el camino que sigue el pensamiento para comprender y mostrar, a través de conceptos, el movimiento que realiza la historia de la humanidad. Un concepto clave es el de totalidad dinámica que se refiere a una estructura: la sociedad, que tiene movimiento e historia.
Este devenir histórico-social se por contradicciones y la superación de ellas. Ésta se opera en y por la negatividad del espíritu, o sea, el pensamiento que consiste en llevar los opuestos –una tesis (posición) y su antítesis (contraposición)- al orden de una nueva unidad o síntesis (cada concepto constituye una síntesis o dialéctica). La contradicción fundamental se establece entre el espíritu y lo que no es él mismo, o sea, entre pensamiento y realidad material. Pero dicha contradicción se resuelve cuando el pensamiento comprende en su propia vida especulativa la realidad.
Para Marx, la dialéctica en Hegel es idealista porque resuelve en el pensamiento sólo especulativamente las contradicciones materiales de la realidad histórica y social. Marx cuestiona a Hegel porque éste le atribuye al pensamiento la facultad de formar y darle sentido a lo real. A decir de Marx, no es la conciencia la que determina el ser, sino el ser social lo que determina la conciencia.
Según Marx, las contradicciones reales sólo encuentran su solución en la práctica a través del trabajo. La dialéctica en Marx es materialista porque a la praxis como la actividad que transforma y produce efectivamente lo real, lo que convierte la realidad natural en realidad humana. Para Marx, la praxis social es el motor de la historia. Por ello, el Estado y el derecho, así como la religión y la moral, no se explican por sí mismos ni por el desarrollo del espíritu o la conciencia, sino por el modo en que los seres humanos producen y reproducen su vida material todos los días. (León Santader, 2009)



f)     Hermenéutico: representado por autores del s. XIX como Schleiermacher y Dilthey; y otros del s. XX como Heidegger y Gadamer quienes coinciden que la hermenéutica es el arte o técnica de interpretar textos para fijar su verdadero sentido.
El término hermenéutica significa interpretación. Hace referencia al arte o técnica de interpretar textos para fijar su verdadero sentido. En un principio se aplicó en la teología y, en particular, a la lectura de las Sagradas Escrituras.
Los filósofos alemanes Friedrich Scheleiemacher (1768-1834) y Wilhelm Dilthey (1833-1911) consideran a la hermenéutica como la reconstrucción histórica de un discurso dado. Esto supone comprender un texto a partir de una lectura que reconstruya psicológicamente la intención original del autor. Se considera que el texto expresa los sentimientos de éste, por lo cual los lectores o intérpretes deben ponerse en su lugar en aras de revivir el acto creador.
Dilthey afirma que toda manifestación espiritual humana, incluso los textos escritos, debe ser comprendida dentro del contexto histórico y cultural de su época. Según este pensador, en las ciencias humanas no tiene cabida la explicación sino la comprensión.
Esta concepción supone que cualquier persona tiene la misma compresión lectora que las demás, y por lo tanto, es posible alcanzar una única interpretación correcta. Sin embargo, esta visión corre el riesgo de caer en el subjetivismo y el relativismo, esto da como resultado que cualquier interpretación sea válida.
Martin Heidegger y Hans-Georg Gadamer (1900-2002) consideran que comprensión e interpretación se relacionan de manera circular: para comprender el todo es necesario comprender las partes, y viceversa; esto hace posible una interpretación adecuada del asunto.
Heidegger afirma que para llegar a la comprensión debemos pasar por una estructura circular a la que denomina círculo hermenéutico y afirma que toda interpretación, para producir comprensión, debe ya tener comprendido lo que va a interpretar. O sea, el proceso de comprensión no parte de la nada, sino de aquello que ya ha sido comprendido o admitido como válido o cierto. Para Heidegger existir es comprender; por lo que plantea la urgencia de que el ser humano se sitúe en el mundo; por ello su filosofía identifica la verdad con una interpretación históricamente situada.
Hans-Georg Gadamer reconoce con Heidegger que la realidad es la condición de ser existente, y afirma que la interpretación es el puente que conecta al sujeto que conoce con el mundo conocido, mundo que comprendemos y del que hablamos de múltiples maneras; mas el problema es que no todo lo que se dice se comprende, a menos que se mire desde y dentro de un determinado contexto histórico.
Entonces la hermenéutica es la actividad que permite la comprensión y abre el camino al conocimiento a partir de la captación del sentido de los fenómenos naturales y sociales en un marco de referencia específico. Ésta es la condición de sentido de toda experiencia y de toda investigación. (León S, 2009)



g)    Deconstruccionista: propuesto por Derrida en el s. XX la desconstrucción funciona desde una lógica paradójica en una noción contradictoria cuya finalidad es la demostración de la autocontradición textual, una demostración que se apoya en el supuesto de una incompatibilidad entre lo que el autor cree argumentar y lo que el texto dice realmente.
La deconstrucción es una forma de análisis textual aplicada no sólo a la literatura y la filosofía sino también a la historia, la antropología, el psicoanálisis, la lingüística y la teología. Su principal exponente es el filósofo posestructuralista francés Jaques Derrida (1930-2004).
La deconstrucción funciona, según Derrida, sobre la base de una lógica paradójica, una noción contradictoria: mientras el término lógica denota aquello que acata las leyes del razonamiento, el de paradoja se refiere a lo que contradice a la razón. En este aspecto muchos filósofos han cuestionado a Derrida, al decir que éste propone teorías que carecen de sentido.


Sin embargo, la finalidad de la deconstrucción como método o estrategia es la demostración de la autocontradicción textual, una demostración que se apoya en el supuesto de una incompatibilidad entre lo que el escritor cree argumentar y lo que el texto dice realmente. Así, la clave de la deconstrucción está en el divorcio entre la intención del autor y el significado del texto. (León S, 2009)



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